lunes, 20 de abril de 2015

PUNTA BANCO, UN DESTINO PERDIDO DONDE VIAJAR EN COSTA RICA

Cuando decides viajar a Costa Rica, siempre existe la eterna duda de dónde viajar en un país que, aunque es pequeño, tiene tantísimos lugares increíbles.

Si eres de los que buscan ese pura vida auténtico y viajas como mochilero o seudo-mochilero (palabro Paparapapa), Punta Banco es un destino perdido donde debes viajar en Costa Rica.

Punta Banco, un detino perdido donde viajar en Costa Rica
Descansando en el centro del pueblo junto a la plataforma hecha por los locales para observar las olas

Allí no van turistas, van viajeros. Allí no existe el todo incluído, existe el intercambio con la gente del pueblo para conocer. Allí no buscas naturaleza, la naturaleza te asalta. Allí no contratas un tour para visitar una playa virgen, lo extraño es cruzarte con mas de 10 personas en la playa. Allí no hay cientos de objetivos tratando de fotografiar un animal exótico, los animales exóticos van a ti.

Punta Banco es un destino perdido donde viajar en Costa Rica, por muchas razones. Esperamos convencerte al concluir este post, y decidas ir, porque nos lo agradecerás.


Punta Banco, un paraíso desconocido en Costa Rica


Si vives viajando con mochila o te gusta viajar y no ser un turista mas. Cuando piensas en Costa Rica, imágenes de lugares vírgenes, salvajes y sin gente, te asaltan la cabeza.

Por desgracia, desde el punto de vista del que vive viajando, Costa Rica es un destino turístico mundial. Ciertamente, el tipo de turismo de este país es diferente a la mayoría. Apostaron por un turismo ecológico y sostenible, y de momento están ganando.

Pero muchas personas buscan ese tipo de turismo, por lo que es posible que si quieres esa soledad o autenticidad del país, te cueste encontrarlo si no estás bien asesorado.

Punta Banco es uno de esos destinos perdidos donde viajar en Costa Rica.

Punta Banco, un detino perdido donde viajar en Costa Rica
Marieta relajada, sentada sobre el puente de entrada a Punta Banco

Un pequeño puente de madera sobre un río rodeado de selva es la entrada al último pueblo del sur del Pacífico de Costa Rica antes de llegar a Panamá.

1 km de carretera de tierra, con algunas casas locales, una iglesia, un colegio y un par de pequeñas pulperias (tiendas de barrio), que bordea las playas desiertas de arena negra a un lago, y se coronan con selva frondosa impenetrable por el otro, son lo que obtendrás al ir a Punta Banco.

Muy cerca de Pavones (7 km), en la provincia de Puntarenas, se encuentra este pequeño paraíso perdido. Donde la carretera termina y la selva separa Costa Rica de Panamá.

Kilómetros para caminar por playas durante horas, donde sólo encontrarás algún viajero caminando o indios a caballo viniendo de la reserva indígena Guaymi que se encuentra al lado.

Senderos en la selva para hacer rutas que en otros lugares están masificadas.

Olas de nivel mundial con muy pocos surfistas y constancia altísima.

Naturaleza en estado puro, enfrente de la Península de Osa donde está, según National Geographic, el lugar mas intenso del mundo biológicamente hablando.

En Punta Banco no hay turistas, sólo viajeros y surferos.

Después de Punta Banco llega la nada, o el todo. Termina la carretera y la Gran Madre Naturaleza se hace dueña de lo que es suyo por derecho.

Punta Banco, un detino perdido donde viajar en Costa Rica
Cartel en la entrada de Rancho Burica en Punta Banco

Qué hacer en Punta Banco, destino perdido de Costa Rica


Descubrimos este pequeño pueblo durante nuestra estancia en Pavones. Es paso obligado para ir a Río Coco. Un lugar al que sólo se accede caminando 7 km por la playa, dentro de la reserva indígena Guaymi.

Vivimos una aventura en Río Coco durante un mes, aislados del mundo. Pero la necesidad de contacto humano y compra de víveres, nos "obligaban" a caminar a Punta Banco una vez por semana.

Era nuestro descanso de una experiencia de vida salvaje. Nuestro pequeño premio a los esfuerzos que la selva nos obligaba a derrochar.

Nos aislábamos en este paraíso, en Rancho Burica (Alojamiento recomendado), y nos recuperábamos del desgaste diario que Río Coco nos exigía. Allí recargábamos energía y podíamos disfrutar de una tranquilidad que pocos lugares de Costa Rica pueden superar.

Punta Banco, un detino perdido donde viajar en Costa Rica
Marieta y nuestro gran amigo Marcus relajados en el bar de Rancho Burica. Punta Banco. Costa Rica.

Pero aunque parezca un lugar solitario y aburrido, nada mas lejos de la realidad. En Punta Banco tienes muchísimas cosas que hacer si así lo deseas:


  • Visitar Pavones y surfear la segunda ola de izquierda mas larga del mundo.
  • Visitar Península de Osa y el Parque Nacional Corcovado, el mas virgen y espectacular de Costa Rica.
  • Visitar la reserva indígena Guaymi a caballo o haciendo una caminata por la selva.
  • Hacer trekkings interminables en, posiblemente, la última playa realmente virgen de Costa Rica.
  • Involucrarte en algún proyecto de conservación de vida salvaje con tortugas u otras especies.
  • Surfear en un lugar que está casi sin explotar por el turismo, en una ola de nivel mundial.
  • Aprender a surfear, ya que para ello, es un lugar ideal también.
  • Alquilar bicicletas y dar paseos interminables explorando todo el entorno virgen.
  • Conocer a sus gentes, que hacen de Punta Banco un lugar mas especial de lo que podría ser sin ellos.
  • Paseos a caballo por rutas de playa y montaña.
  • Relajarte y dejar que la Pura Vida te envuelva, dejando que tu cuerpo adopte una velocidad de tranquilidad que te hace sonreir sólo por estar.

Punta Banco, un detino perdido donde viajar en Costa Rica
Paisaje en una de las caminatas de las playas vírgenes al sur de Punta Banco

Pero ante todo, para nosotros, Punta banco es un destino perdido donde viajar en Costa Rica, porque puedes conocer, de verdad, sin filtros, la Pura Vida, apartada de todo y sin influencias externas que la contaminen.

No puedes dejar de visitar Punta Banco, si te gusta vivir viajando con mochila.


Información práctica de Punta Banco


  • No hay cajero automático. El mas cercano está a mas de dos horas en coche.
  • No se puede pagar en ningún lugar con tarjeta. Sólo acepta Paypal en Rancho Burica (Alojamiento recomendado).
  • Existen 3 pulperías (tiendas de barrio). dos muy pequeñas con muy poco producto y las mas grande con algo mas, pero lo básico. Sólo efectivo.
  • No hay bares. Sólo se puede tomar algo en la pulpería mas grande y hay una pequeña soda donde comer, donde Guana. La única opción es Rancho Burica (Alojamiento recomendado), donde puedes tomar una cerveza o cenar, con muy buen ambiente, en un lugar que te hipnotizará.
  • Sólo hay 4 alojamientos. El único que merece la pena es Rancho Burica (Alojamiento recomendado) de hecho es uno de los mejores, sin duda que hemos visto en Costa Rica, en relación calidad precio. No te recomendamos Cabinas Sol y Mar, por el mismo precio puedes alojarte en Rancho Burica. Los otros dos son de nivel bastante bajo. Uno es donde Guana y el otro en la pulpería mas grande, al lado del campo de fútbol.
  • Lleva antimosquitos y protector solar en abundancia.
  • Para llegar a Punta Banco, puedes hacerlo en bus o coche, está a 7 km al sur de Pavones. Toda la información la tienes en el link.
  • Para aprender a surfear o alquilar tablas debes ir a Rancho Burica (Alojamiento recomendado)
  • Los tours los puedes contratar en Rancho Burica (Alojamiento recomendado), aunque te aconsejamos que explores por tu cuenta, preguntando a los locales. Una ruta que te recomendamos y que no olvidarás es ir a Río Coco.

Punta Banco, un detino perdido donde viajar en Costa Rica
Detalle de un banco hecho por los locales con un tronco y una lapa pintada

Basamos nuestros consejos en nuestra propia experiencia. Siempre que aconsejamos visitar un lugar es porque realmente pensamos que es especial y se sale del standard.

Punta Banco, Pavones, Río Coco y todo el entorno son una zona que realmente merece la pena visitar. Es una pequeña isla de paz, alejada del turismo masivo de otros lugares de Costa Rica. Donde perderse y regresar a casa pensando que, algún día volverás a Costa Rica. O puede, que como muchos, te cambie la vida y te quedes.

Prueba y cuéntanos amigo viajero. 

Pura Vida.

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viernes, 17 de abril de 2015

EL SURF PARADISE DE COSTA RICA EN PAVONES

Sin duda que vivir viajando como mochileros tiene sus inconvenientes. Pero tiene placeres que nunca podrás olvidar. Para nosotros uno de los mas grandes fue disfrutar del mejor surf paradise de Costa Rica en Pavones.

Un lugar donde el tiempo y la naturaleza se detienen a observar esa ola tan espectacular. La segunda ola de izquierda mas larga del mundo. La perfecta ola de Pavones.

Un surf paradise de Costa Rica en Pavones

Poder surfear Pavones es un privilegio. Pero poder hacerlo en una de las mejores olas del mundo, sin que esté saturada, en un entorno casi virgen y sin que apenas esté contaminado por turistas rompehuevos es sin duda un placer divino.

El surf es lo mejor de Pavones para nosotros, pero casi a la misma altura están sus alrededores. Donde la biodiversidad y la virginidad de sus playas te harán vivir un sueño eterno. 

Y además, no sólo de la ola de Pavones vive el amante del surf. Por eso tienes olas realmente magníficas de clase mundial como Matapalo y Punta Banco.

Surf en Pavones

Hablamos de una ola constante, con tamaño, fácil de surfear en ciertos puntos y de alto nivel en otros.

Vivir el surf en Pavones es montar esa ola durante mas de 1 km y gritar de puro éxtasis. Con un poco de suerte, cuando el swell entra en condiciones, la ola se forma completa y puedes estar en la pared durante mas de 1 minuto.

También es asequible al final de la ola, donde atracan los barcos pesqueros locales, para nivel principiante, ya que el fondo es arena y tiene una longitud considerable, abriendo siempre a izquierdas.


La entrada al point se suele hacer por el estero, porque al ser de fondo de roca rodada es incómoda y en este punto la arena se extiende mas hacia el interior.

Características de la ola de Pavones


  • Calidad de la ola de Pavones
Pavones es una ola de clase mundial, para surfistas de todos los niveles muy consistente, con mas de 150 días al año de surf de alto nivel.

  • Características de la ola de Pavones
Pavones es la segunda ola de izquierdas mas larga del mundo, con fondo de roca rodada y en ciertas zonas arena. Es muy divertida y muy larga. Normalmente tiene unos 500 m, y en ocasiones puede superar 1 km.

  • Marea, oleaje y viento de ola de Pavones
Se dan buenas condiciones con resaca de sudoeste, sur, sudeste. La ola se surfea desde 1 m a 5 m o mas. Es surfeable en cualquier marea. 

  • Locales
No son conflictivos si respetas las reglas. Con buenas condiciones suele haber bastantes surferos, pero al ser tan larga la ola se distribuyen y no se nota apenas.

Buen surf en los alrededores de Pavones


Personalmente, teniendo la ola de Pavones, es mas que suficiente. Pero si eres de los que le gusta explorar nuevas olas. No tienes por qué preocuparte.

Un surf paradise de Costa Rica en Pavones


Ir a hacer surf en Costa Rica y no ir a Pavones es un delito. Lo mismo si vas a la ola de Matapalo, que está en frente de Pavones. Al estar en la entrada del Golfo Dulce, Matapalo es la punta de la Península de Osa, y su ola de derecha es de clase mundial también. 

Así que si vas a Matapalo, escápate unos días a Pavones o te arrepentirás. Y si vas a Pavones, puedes coger una lancha que en media hora te deja en Matapalo y puedes disfrutar además de buen surf, de un lugar paradisíaco.


Por otro lado, puede que tengas mala suerte, aunque no suele pasar, vayas a Pavones y esté pequeño. En ese caso tienes una muy buena opción muy cerca.

Punta Banco es el pueblo mas al sur del Pacífico de Costa Rica. Cuando no hay tamaño en Pavones, a 7 km por la costa se encuentra este pequeño paraíso olvidado. Con olas de mas tamaño, donde seguro que encuentras lo que buscas. Una de las mejores características es que apenas hay surferos y puedes tener grandes sesiones.

Información para surfear la ola de Pavones

  • Ten en cuenta que sólo tienes una tienda de surf en toda la zona. Lleva equipo.
  • Para alquilar tablas de surf o tomar clases puedes hacerlo en Cabinas Carol (Alojamiento recomendado).
  • No suele haber problemas de robos, puedes dejar tus cosas en la playa normalmente.
  • Para ir a Matapalo debes hacerlo en lancha. 
  • Para ir a Punta Banco puedes hacerlo en coche, bus o bicicleta.
  • Los mejores baños en Pavones son a primera hora de la mañana.

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martes, 14 de abril de 2015

LA EXPERIENCIA DE UNA VIDA SALVAJE EN RÍO COCO - IV.- LA PARTIDA Y REALIDAD

Lee la historia completa de nuestra experiencia de vida salvaje en Río Coco.

La partida hacia una experiencia de vida salvaje

Por fin llegó el día. La partida prevista a las 6:00 AM con todo preparado para estar un mes trabajando en la restauración de Rancho Coco. Aislados y viviendo con la naturaleza mas salvaje.

Charlie nos llevó en su camioneta a Punta Banco. Allí compramos algunos víveres de última hora y cargamos el carro. Sus 100 kg de peso parecían livianos al comienzo, luego todo se tornaría negro.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Marieta en la pulpería (tienda de barrio) de Punta Banco.

Los 300 m inciales empujando hasta la bajada a la playa, fueron fáciles en el camino sin asfaltar mas o menos arreglado. En esa bajada el peso hizo que las ruedas del carro se abriesen y condicionasen los 7 km restantes. 

Marieta iba unos 50 m por delante buscando zonas de arena mas compacta para que las ruedas no se hundiesen y gastar menos energía. Atenta cada segundo para que las ruedas no se abriesen mas, y cuando pasaba, había que parar, descargar todo, cuadrarlas a fuerza de brazos, volver a cargar y continuar. Así durante 7 km de pura extenuación. Una parada, descarga y carga de 100 kg cada 200 m. 

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Empezando el camino por la playa. Marieta controlando la dureza de la arena y que las ruedas no se abriesen.

A mitad de camino, las fuerzas ya eran escasas. Un trayecto que normalmente se hace en 45 minutos nos llevó unas 3 horas. Marieta quería ayudar, pero la necesitaría mas adelante, cuando mi cuerpo estuviese derrotado, y así fue en los últimos 3 km que me ayudaba de forma intercalada. 

La Estrechura es el punto de paso sólo con la marea baja. Esos malditos 500 m de pura roca que hacen de este paso un infierno. Ese punto donde sabíamos que debíamos pasar toda la carga a la espalda, incluído el carro. Y que realmente nos hundió en la mas absoluta desesperación y dibujó en nuestras caras la imagen del cansancio extremo, como pocas veces hemos tenido.

El sol nos hacía arder la cabeza, las fuerzas eran mínimas, y aun faltaban 3 km.

En silencio, chorreando en sudor, con una temperatura altísima en nuestros cuerpos, gimiendo, pero con la determinación que se necesita en estos casos para hacer lo que realmente se quiere. Por fin llegamos a Río Coco.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Una de las paradas y descarga en el camino.

Y ahora, no podíamos descansar. Faltaba la maldita subida por la selva. Todo a la espalda. Varias veces cargados en una pendiente extrema, angosta y complicada para llegar a Rancho Coco, siendo casi una sombra de seres humanos, desfallecidos.

4:00 PM, sin aliento, sin nada preparado para la noche. La vida salvaje nos daba la bienvenida. Por muy cansado que estés, si quieres algo, sólo tu puedes hacerlo. Y sacar fuerzas de donde piensas que no hay mas.

La realidad de una experiencia de vida salvaje

La noche caía, nos aislamos de los peligros de la selva, y por fin, descansamos, felices por nuestra hazaña, orgullosos de haberlo conseguido, exhaustos. Un regalo en forma de nana natural nos pareció que era la bienvenida de Río Coco. Una nana compuesta por el océano mas salvaje que nunca he visto, haciendo resonar el eco de las olas rompiendo contra la base de la montaña en la selva. Una sinfonía que nos acompañaría cada noche y con la que al final confesábamos en íntimos pensamientos nocturnos.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Luna llena en Rancho Coco

Amanece la primera mañana de nuestra aventura. El sol aún no asoma y el aire fresco de la selva mezclado con la brisa marina nos inunda. Doloridos comenzamos poco a poco a despertar.

Nos comienza a asaltar una sensación extraña, de impotencia, de desorientación, por no saber por dónde o cómo comenzar.

En la lejanía y con tiempo para pensarlo, esta era nuestra situación:

  • No teníamos agua potable.
  • Para desayunar y tomar al menos un café, teníamos que encender fuego apenas amaneciendo. Una hora para tener ese bendito líquido oscuro y aromático.
  • Teníamos comida para escasos 5 o 6 días.
  • Después del desayuno y un primer reconocimiento, vimos claramente el inmenso trabajo que teníamos por delante.
  • Todas nuestras herramientas consistían en un machete, alicates, un poco de cuerda, dos cepillos sin palo, algo de alambre, un litro de lejía (cloro), 1 kg de detergente y un par de metros de cámara de bicicleta vieja.
  • Dos edificios de casi 400 m cuadrados en total. Abandonados totalmente, comidos por todo tipo de insectos, moho y termitas. Limpiar esos 400 m cuadrados con las herramientas detalladas, además de paredes y techos, era el trabajo que nos esperaba.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.

Organizando nuestra nueva situación

Debíamos organizarnos, por lo que nos sentamos y nos repartimos tareas. Lo primero era disponer de agua potable, así que debíamos localizar el depósito en la selva, vaciarlo y desinfectarlo con cloro.

Después teníamos que abastacernos de madera para poder cocinar y a la vez era necesario adecuar un poco, lo antes posible, lo que sería nuestro "hogar" durante ese mes.

Con ánimo nos pusimos manos a la obra. Todo iba saliendo poco a poco. Pero la sensación de estar perdidos siempre nos embargaba. No era nuestro medio. Nos sentíamos desprotegidos. Parecía que no éramos parte de ese lugar. Naturaleza es lo que somos. Y nos sentíamos extraños experimentando lo que realmente somos.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Nuestro refugio después de una semana de trabajo para hacerlo un hogar.

Sin duda, todo esto nos dio mucho que pensar en cómo el ser humano se ha alejado del mundo donde vive, de su naturaleza.

Somos animales, racionales, pero animales. Nos hemos "independizado" de nuestro yo. Pero la pregunta que nos hacíamos y aun surge es ¿Vivir en un universo que es naturaleza, dentro de una galaxia que es naturaleza, en un planeta que es naturaleza, perdiendo el sentido y el respeto de lo que somos? ¿Cómo podemos vivir  renegando inconscientemente de lo que somos?

Renegar de uno mismo, es la mentira mas cruel que exista.

Una vida salvaje y vivir viajando con mochilas.
Uno de los atardeceres desde nuestro refugio

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LA EXPERIENCIA DE UNA VIDA SALVAJE EN RÍO COCO - VI.- LOS INDIOS GUAYMIES

Lee la historia completa de nuestra experiencia de vida salvaje en Río Coco.


Los Indígenas Guaymies y el choque cultural

Realmente aún no tenemos muy claro qué pasó con los indígenas Guaymies. No entendemos qué ni cómo sucedió que hubo un alejamiento sin siquiera haberse producido un acercamiento real.

Todo eran palabras bonitas sobre la ayuda que los Guaymies nos darían.

Experiencia de vida salvaje, vivir viajando con mochila
Charlando con los hijos de Luis, Giovani y Andrei, en Cabinas Carol. Pavones.

Nos enseñarían a pescar, nos mostrarían como coger camarones en Río Coco, nos mostrarían donde estaban los árboles frutales en la selva, compartiríamos con su familia y nos ayudarían a restaurar Rancho Coco. En definitiva nos ayudarían a que nuestra experiencia de vida salvaje fuera mas llevadera.

Nosotros enseñaríamos a los niños a surfear y por supuesto compartiríamos nuestra comida y recetas con ellos. Les ayudaríamos en todo lo que necesitasen sin tener que pedirlo.

Nada de esto pasó. Todo eran palabras, y literalmente, todas y cada una de ellas, se las llevó el viento.

Excepto Luis en alguna ocasión contada, porque se lo pedimos, nadie mas nos ayudó. Sin querer hacer sangre, nos sentimos engañados. Sin comida ni medios, sin saber sobrevivir en ese inhóspito lugar. Una familia indígena que vive en las montañas, podría  haber sido de gran ayuda sin mucho esfuerzo. Pero realmente fue al revés.

Gastaban el agua en lavar su ropa y algunos días ni pudimos ducharnos o tuvimos que parar de trabajar. Hicimos el esfuerzo de compartir la poca comida que teníamos y literalmente se adueñaban de ella. Nos veían con ampollas sangrantes en las manos de cortar madera mientras se iban al río a ver pasar el tiempo y luego quemaban esa madera que nosotros recogíamos. Sin hablar del sentido de limpieza que puedan tener con respecto a nosotros.

No es intención hacer sangre, insistimos, pero es una realidad que no vamos a ocultar por ser políticamente correctos.

Experiencia de vida salvaje, vivir viajando con mochila
Loscar y Maribel con los que convivimos una semana en Rancho Coco.

No es que no nos ayudasen, es que nos sentimos engañados en muchos aspectos. Nos sentimos como extranjeros no bienvenidos. Aunque todo eran sonrisas, los actos hablan mas claramente que cualquier palabra o gesto.

Hablamos mucho entre nosotros y con las personas que viven por la zona de este tema.

Incluso llegamos a pensar que era culpa nuestra. Pero todo el mundo coincidía, todo el mundo nos decía, sin la menor duda, que están aposentados. No hacen porque no quieren, es su cultura. Viven el día a día, para y por ellos. Tienen valores muy distintos a los que estamos acostumbrados y ese choque cultural nos afectó profundamente en toda nuestra experiencia.

Uno de las mayores motivaciones para decidir vivir esta experiencia de vida salvaje, era la convivencia con los indígenas Guaymies. Al final, fue la peor.

Agradecemos a Luis su ayuda, y aunque nunca se debe esperar nada de nadie, en esa situación, esperábamos algo mas. Pero realmente se lo agradecemos de corazón, porque dentro de todos los Guaymies, fue el único que algo nos ayudó.

Intentamos entendernos, procuramos acercarnos y al final decidimos dejarlo estar. No somos mejores, tampoco peores. Si iguales. Sin ganas es imposible llegar a conectar.

Experiencia de vida salvaje, vivir viajando con mochila
Andrei y Giovani, hijos de Luis en Cabinas Carol Pavones

Después de mucho hablar sobre esto, los locales de la zona nos dejaron entrever una posibilidad de ese comportamiento. Que ahora pensamos que es una parte importante de todo este asunto.

Personas que vivían en contacto con la naturaleza constantemente. Conocedores de su entorno. Sabedores de muchos secretos de la selva. Cazadores y agricultores para poder subsistir. De pronto reciben casa, dinero, comida, educación, sanidad preferente sobre cualquier Costarricense y no se cuantos privilegios mas, de parte del Gobierno de Costa Rica. Siempre y cuando no exploten la montaña.

Una familia Guaymi se alimenta básicamente de arroz y frijoles 3 veces al día. Con casa, tierras para cultivar verduras y algunas gallinas, sanidad pagada y un sueldo fijo mensual, todo aportado por el gobierno ¿Qué interés tienen en producir o hacer?¿Qué necesidad de sobrevivir, teniendo mucho mas de lo que antes tenían sin hacer nada?

Ayudar a conservar comunidades indígenas, no es crear comunidades inoperantes y nidos de desidia humana.

Las consecuencias de todo esto, es que en dos generaciones se han perdido todas las costumbres Guaymies. Apenas tienen estímulos, porque no pueden hacer lo que siempre hicieron, siguen viviendo aislados y los únicos estímulos que reciben, es dinero del gobierno para gastar en un mundo que no es el suyo.

Entre dos mares se encuentran. Y aunque algunos luchan por recuperar lo que se ha perdido en dos generaciones. Se ve muy lejos ese horizonte.

Experiencia de vida salvaje, vivir viajando con mochila
Hija pequeña de Luis

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LA EXPERIENCIA DE UNA VIDA SALVAJE EN RÏO COCO - VII.- LA RECOMPENSA

Lee la historia completa de nuestra experiencia de vida salvaje en Río Coco.


Experiencia de una vida salvaje viviendo como mochileros

Reflexión profunda de una experiencia única de vida salvaje

Quizás comenzamos toda esta aventura de forma un poco inconsciente. Pensábamos en tener una vida salvaje durante un corto período de tiempo, una aventura con pocas pretensiones.

Lo que al final nos pasó, es que todo a nuestro alrededor se transformó. Porque esta experiencia nos ha cambiado la forma de mirar y entender todo.

Experiencia de una vida salvaje viviendo como mochileros

El esfuerzo supremo que hicimos, del que fuimos conscientes cuando salimos de Rancho Coco, nos supuso un shock constante durante las siguientes dos semanas. Y aún permanece a fuego en nuestro interior.

Darnos cuenta de cómo nos habíamos "asalvajado", en el sentido mas positivo de la palabra, nos sorprendió.

Un refresco frío, no encender fuego para cocinar, no estar con los 5 sentidos alerta durante 24 horas al día y tantas y tantas cosas que no apreciamos en una vida cotidiana. Eran para nosotros "sorprendentes", a la vez que nos abrumaba cómo nos habíamos vistos inmersos en esa vida salvaje de una forma tan profunda.

Experiencia de una vida salvaje viviendo como mochileros
El día que nos íbamos, plantamos una palmera en Rancho Coco

La misma forma de vivir nos obligaba. Si no, nunca habríamos durado tanto tiempo en esas condiciones, que por otro lado eran paradisíacas. Todo lo duro que la naturaleza nos pegaba por un lado, por otro, nos ofrecía caricias en forma de sensaciones, estímulos, sonidos, imágenes, vivencias, aprendizajes y momentos que nunca podremos olvidar y que nos hicieron, en cierta manera, ser mejores personas.

Pudimos disfrutar de la energía de Río Coco. Mágico y camaleónico. Cada día era un espectáculo. Un lugar de cuento al que llamábamos nuestro jardín. Donde poder nadar desnudos en plena naturaleza salvaje rodeados de un verde profundo y los azules del cielo y el mar, todo aderezado con una franja kilométrica de arena negra que era nuestra playa privada.

Experiencia de una vida salvaje viviendo como mochileros
Un día de surf en Río Coco

Pudimos ser testigos de la soledad mas absoluta y disfrutar de ella. Caminar desnudos en la playa, surfear desnudos en olas imponentes de naturaleza tan salvaje y tan potentes que sólo recordarlas me ponen la piel de gallina.

Miles de especies vegetales multicolores nos rodeaban por todos lados.

Eramos testigos de manadas de monos de 3 especies distintas prácticamente a diario.



Aprendimos a diferenciar el sonido del maravilloso tucán y ver grupos de 9 de ellos sobrevolando justo a nuestro lado.

Apreciamos la belleza calmada de las lapas (loros) enormes y majestuosas pelando almendras al lado de nuestro refugio y acercarnos a escasos 2 metros de distancia.

Experiencia de una vida salvaje viviendo como mochileros



























Nos sumergimos en la selva en la búsqueda de frutas salvajes, madera o por simple entretenimiento.


Disfrutamos de atardeceres que pintados parecían.

Nos enamoramos de la luna enorme y de un cielo con tantas estrellas que parecía no ser real.

Nos encandilamos observando el volar tranquilo de cientos de luciérnagas.

Nuestras cabezas se llenaron de sonidos sacados de documentales de naturaleza salvaje. Noches de miles de sonidos animales, mañanas de cantos de cientos de especies de pájaros y sueños con los ecos profundos y aterradores de las olas rompiendo contra la falda de la montaña.

Es verdaderamente imposible, ni con todas las palabras de este mundo, describir las sensaciones que allí nos hicieron confesar con una naturaleza, que desde entonces, es para nosotros nuestra Gran Madre. Sabia, profunda, cruel, pero justa y hermosa. Un equilibrio que nos fue concedido por ella. Y que ojalá cada persona de este mundo pudiera sentirlo.

Experiencia de una vida salvaje viviendo como mochileros

Nuestra Gran Madre que nos enseñó a ser pacientes con nosotros, vencer nuestros  miedos, conocer nuestros límites, abrir nuestras mentes, crecer y crecer, hasta abrir la Caja de Pandora que nos hace caminar de una manera distinta.

Esa Gran Madre Naturaleza que nos doblegó y nos hizo tragar el orgullo prepotente que el ser humano adquiere en esta sociedad tan déspota. Un orgullo que nos hace pensar que somos invencibles, inmortales. Un orgullo que nos hace criaturas débiles en el fondo. Porque no hace mas que ocultar nuestras penosas miserias bajo una burbuja de seguridad, creada para la vanidad.

Experiencia de una vida salvaje viviendo como mochileros

Vivir viajando con mochila nos hizo aprender de todo lo que nos sucedió, bueno y malo. Decidimos arriesgarnos, con todas las consecuencias. Y nos dimos cuenta de que todo depende de la actitud personal. Sin una profunda humildad, habríamos intentado pelear y ganar a ese gran poder que es la Madre Naturaleza, y jamás habríamos ganado. Ser naturales y salvajes no es malo amigo mío.

Nunca hemos vivido una experiencia tan "mística" donde tantos de nuestros límites se viesen comprometidos. El sacrificio extremo en unos casos se vio compensado en otros por la enseñanza infinita e intrínseca de la misma vida.

Al final, si te unes al equilibrio natural. El equilibrio envolverá tu vida.

Gracias Río Coco. Gracias Pablo. Gracias Gran Madre Naturaleza.

Experiencia de una vida salvaje viviendo como mochileros
La úlitma vez que vimos a Río Coco. Despedida con pena y alegría


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LA EXPERIENCIA DE UNA VIDA SALVAJE EN RÍO COCO - V.- LUCHA EXTREMA

Lee la historia completa de nuestra experiencia de vida salvaje en Río Coco.

Lucha extrema por tener una experiencia de vida salvaje

Adaptate o muere. Si estás en la naturaleza es mejor adaptarse a ella, porque pretender llevar una vida salvaje con normas de una civilización de espaldas a ella, es fracaso asegurado. Pronto nos dimos cuenta, por lo que adaptamos nuestros horarios al natural solar, despertando con la salida del sol y durmiendo con la puesta.

Vivir viajando como mochileros
Cocina en la parte de abajo de la pequeña cabaña de invitados. Río Coco.

Con los ojos aún pegados, en ropa interior a veces, que es la libertad de estar totalmente solos, bajábamos los dos pisos que nos separaban del jardín y lo cruzábamos hasta la cocina. Machete en mano para cortar la madera, y después de haber sacado el café y demás enseres de mil bolsas para protegerlas de los bichos, nos dirigíamos como zombies hacia la zona donde hacíamos fuego.

No llovió mucho, pero la humedad afecta a la madera, y mas después de la noche. Así que en esos días que no habíamos juntado madera suficiente, nos encontrábamos con un problema a la hora de encender fuego. Un ritual para poder hervir el agua y colar el café con un calcetín improvisado con un trozo de manga de camiseta. Trabajar desde despertar era lo que tocaba. 

Subir de nuevo a la habitación, con el café, los platos y cubiertos y sentarnos en la mesa para contemplar ese inmenso océano desde las alturas, con las palmeras en primer plano y el sonido de la madre naturaleza eran, junto con el atardecer, los mejores momentos de nuestros días.

Lo aprovechábamos bien, desayunando algo de cereales mezclados, cuando teníamos, con Tang, y/o algo de coco. Pero sobre todo mucho café.  Con eso manteníamos el estómago lleno hasta la hora de la comida.

Vivir viajando como mochileros
Porche de la cocina, con la perrita Flaca que nos encontramos al llegar a Rancho Coco.

Cuando el sol comenzaba a apretar, era la señal para comenzar a movernos y repartir las tareas.

Normalmente yo me iba un par de horas a la selva a cortar madera con machete. Durante días tuve las manos vendadas repletas de ampollas sangrantes. Cortaba cada día dos o tres árboles que ya estaban caídos y secos para abastecernos de madera y los transportaba a los hombros unos 300 m por un camino angosto y bastante complicado.

Marieta solía comenzar con la limpieza del rancho. Una limpieza dura, industrial diría yo, sin herramientas, con mil clases de insectos de todo tipo, de los cuales no teníamos ni idea de su existencia ni  mucho menos de su posible peligrosidad. Porque en una situación de aislamiento tal, la precaución es tu mejor amiga.

Recuerdo una norma muy clara entre nosotros. NUNCA SEPARARNOS Y SI LO HACÍAMOS, MANTENER CONTACTO CADA 5 O 10 MINUTOS, NORMALMENTE GRITANDO, SABIENDO SIEMPRE DONDE ESTÁ EL OTRO.

Vivir viajando como mochileros, una experiencia de vida salvaje
Una de las reparaciones hechas en el depósito de agua. Rancho Coco.

Recuerdo por qué pusimos esa norma. Pasó un día que yo andaba en el camino que iba hacia la montaña en plena selva, porque llevábamos dos días sin agua potable y teníamos que hervirla para beberla. El depósito de agua se había caído y unos monos habían mordido la manguera en busca de agua. Yo pensaba que Marieta estaba camino abajo, hacia la playa y bajé para verla. Ella subió porque me gritaba y yo no contestaba porque no podía escucharla ya que estaba abajo y el mar no me lo permitía. Al no verla abajó subí de nuevo y la escuché gritar de forma alarmante. El corazón se me aceleró y en 5 segundos el pánico nos atrapó, no sabíamos donde estaba el otro y mil dudas nos asaltaron ¿Dónde está?¿Por qué no contesta?¿Le habrá pasado algo?¿Qué hago si es así?¿Y si no nos encontramos?

Hablamos largo y tendido de este tema, mientras nos calmábamos. Pero la lección estaba aprendida. Si algo hubiera pasado en ese momento de desconexión, y uno tuviera problemas, el otro no podría haberlo ayudado, a la vez, quedarse solo en esa situación no es nada agradable.

Así transcurrían los días. Con la tensión de estar con los 5 sentidos vigilantes en todo momento.

Cuando mi trabajo con la madera terminaba, limpiaba o acondicionaba otras zonas del rancho. 

Otras veces bajábamos a Río Coco por un rato para refrescarnos o buscar cocos para comer. Otras descansábamos haciendo pulseras. Pero realmente mantenernos ocupados en un lugar donde no hay entretenimiento, era fundamental para que la desidia no hiciese presa del ánimo.

A medio día mas o menos, nos tocaba, de nuevo, preparar el fuego para la comida. Solía ser pasta o arroz con salsa de tomate concentrado y a veces un poco de chayote (verdura tipo calabacín). Antes de subirnos nos dábamos el lujo de una ducha para limpiar toda la porquería y sudor que nos embadurnaba cada mañana, y después, nos retirábamos a nuestro refugio a comer tranquilos y descansar un poco.

Vivir viajando como mochileros, una experiencia de vida salvaje
Nuestra despensa de cocos, para emergencias de falta de comida y alimento extra. Rancho Coco.

El calor no nos dejaba disfrutar tanto como nos gustaría de ese momento. Tampoco queríamos dormir siesta. Hacerlo suponía dormir tarde a la noche. Y la luz solar es oro cuando no dispones de electricidad. Así que preferíamos reservar el sueño para la noche.

Después de un merecido descanso, charlando. Nos volvíamos a poner en marcha. un par de horas. Mas suaves, por el calor, o aprovechábamos para bajar a Río Coco o a la playa si la marea no era alta.

Llegaba la cena y de nuevo el ritual del fuego, si teníamos algo para calentar, que no siempre era así. Otra ducha y el atardecer, y cenábamos siempre mirando al mar. Esperando esa manada de monos titi que casi todas las noches aparecía en las 3 palmeras de enfrente, y que, observarlos, se convirtió en nuestro ritual de entretenimiento nocturno.


Tensiones nocturnas y paranoias truculentas

La puesta de sol nos envolvía y nos hacía relajarnos, hasta que la noche caía y las lámparas de aceite iluminaban una absoluta oscuridad, con sonidos nocturnos de mar brutal y selva, que a veces eran cantares y otras taladraban la cabeza.

Vivir viajando como mochileros, una experiencia de vida salvaje
La luna en la noche de Rancho Coco

Y en breve, los insectos aparecían y comenzaban a molestar. Así que una retirada a la cama, cubierta con la mosquitera, era la mejor opción. 

Nesmer ,el machete, siempre dormía a mi lado.  Rancho Coco era paso de indígenas, además de que esa zona es paso de contrabandistas, y, aunque nunca pasó nada, cuando estás perdido quién sabe donde y no tienes puertas ni seguro,  mas vale prevenir.

En alguna ocasión, al bajar para hacer el café, veíamos que alguien había estado allí por la noche. En otra ocasión escuchamos silbidos en mitad de la noche en la planta baja. Y cuando tienes tiempo para pensar, muchas cosas se pasan por la cabeza y las noches pueden ser eternas.


Los rigores de una vida salvaje

Por desgracia, el error es lo que nos hace aprender. Lo aprendimos muy  bien cuando Marieta me alertó de un escorpión que salió mientras fregaba y yo cortaba leña para el fuego con el machete. Me acerqué y lo  maté. Pero en uno de los intentos extendí demasiado el brazo y ella estaba cerca. Le rajé un dedo.

Por suerte no fue mucho. Pero darnos cuenta de que ese pequeño corte podría haber sido en un punto vital y de que hubiera supuesto una muerte segura, nos dio mucho que pensar. Y aunque sea reiterativo, insistimos en que cualquier precaución es poca, siempre que estés en una situación de vida salvaje.

Vivir viajando como mochileros, una experiencia de vida salvaje
En la cocina, haciendo tareas. Rancho Coco

Vivir viajando y salir de la zona de confort, no es nada fácil. Exige sacrificios y si piensas que toda una vida de costumbres y seguridades se esfuman en unos meses, estás equivocado. Por eso, necesitábamos beber algo frío, comer algo rico, y sobre todo, no pensar en sobrevivir, ni preocuparnos de absolutamente nada. Sentirnos seguros era un descanso.

3 veces nos escapamos a Punta Banco. A un hostel que para nosotros  era nuestro paraíso, nuestra descanso. Rancho Burica. Donde nos quedábamos una noche, comíamos, nos tirábamos en una hamaca, nos conectábamos con el mundo y dormíamos sin mosquitera,  pequeños detalles que tenemos cada día, pero que en ese caso eran lujos extremos. Rancho Burica de por si es un lugar genial, pero para nosotros era mucho mas que para cualquier viajero o turista.

Nuestro querido y gran amigo Pablo, es un tipo peculiar. Siempre dispuesto a ayudar, pero con tantas cosas en la cabeza, se olvidaba de nosotros, o nos traía menos comida de la que necesitábamos. Así que 4 o 5 veces, tuvimos que coger la mochila vacía, el machete y agua. Calzarnos las zapatillas y caminar los 7 km por la playa que nos separaban de Punta Banco para poder abastacernos.

La cuestión es que debíamos  ir y volver en un espacio de 4 horas para pasar La Estrechura con la marea baja. 14 km a pleno sol, con 20 kg en la mochila. Te hace darte cuenta de que el límite siempre está mas lejos de lo que parece, solo depende de la necesidad real que tengas.

Una de las cosas que debíamos hacer, era limpiar y poner en marcha un horno de leña que Pablo había construido hace años. Un trabajo sencillo, cuando lo has hecho antes. No tanto si las instrucciones dadas han sido escasas y nadie supervisa la labor.

Vivir viajando como mochileros, una experiencia de vida salvaje
Descansando en La Estrechura de camino a Punta Banco

Fue ahí donde mis manos sangraron durante días. Al cortar a machete 5 o 6 árboles caídos para encenderlo, y calentarlo. Y fué ahí donde el orgullo se ve como un mero chiste. Al estar durante 24 horas quemando leña en el lugar equivocado, esperando el calor del horno y casi prender fuego a la cabaña de invitados.

Después de mucho debate, ese orgullo me lo comí, hice caso de otra alternativa, que resultó la correcta. Y aprendí que los errores, muchas veces lo son, por no querer escuchar.

Ese bendito horno nos ayudó mucho, porque una vez encendido, conservar la temperatura era muy fácil. Nos evitaba tener que encender fuego 3 veces al día, nos permitía hacer pan y pizza, nos permitía cocinar al horno en poco tiempo. Y esa "tecnología" te da qué pensar. Cuánto la tecnología ayuda a evolucionar, y a la vez, cuánto nos aleja de lo que somos y nos acomoda en un sofá de falsa seguridad.

La característica principal de la vida salvaje, es que todo es duro, todo cuesta mas, todo requiere mucho tiempo y esfuerzo. Cosas sencillas que en el "mundo civilado" son actos cotidianos y que no requieren de ningún esfuerzo. En Río Coco agotaban.

Las prioridades cambian y las necesidades son otras. Sólo importa sobrevivir, la alerta se convierte en algo natural y cotidiana, las cosas ya no son útiles aquí y lo que no vale para nada allí, se convierte en algo esencial allá.

Tu mundo da una vuelta completa y tu mente se vuelve mas abierta. Llegas a experimentar un cambio tan profundo, que incluso cuestionas tu propia naturaleza.

Vivir viajando como mochileros, una experiencia de vida salvaje
Playas salvajes en la zona de Río Coco


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