martes, 14 de abril de 2015

LA EXPERIENCIA DE UNA VIDA SALVAJE EN RÍO COCO - II.- PRIMER CONTACTO

Lee la historia completa de nuestra experiencia de vida salvaje en Río Coco.


Primera visita a Río Coco. Una ruta muy dura, nuestra experiencia.


Una vez tomada la decisión. Llegó el día de una primera visita. Teníamos que salir con Luis, a la una aproximadamente, para llegar a una zona de la playa donde sólo se puede pasar en marea baja, La Estrechura. Ver un poco Rancho Coco, dormir y volver con la primera luz de la mañana siguiente para poder pasar La Estrechura.

Vivir viaiando como mochileros. Una experiencia de vida salvaje en Río Coco.
Una pequeña muestra de la carretera que va de Pavones a Punta Banco.

Llegada la hora, teníamos 7 km hasta Punta Banco andando por la carretera sin asfaltar, paralela al mar, rodeados de naturaleza salvaje y paisajes preciosos. 7 km con una mochila con unos sadwiches, un machete, velas para la noche, linternas, antimosquitos, una bolsa de basura industrial con sábanas, almohadas, una mosquitera y alguna cosita mas. Importante agua para el trayecto y la estancia. Y no se nos olvidará, una gallina en una caja de cartón que Pablito le regaló a Luis.

7 km cortos, conversando con Luis, entusiasmados, contentos y con energía. Hasta llegar a Punta Banco, donde Luis compró algunas provisiones para la familia y las nubes amenazadoras aparecían en el horizonte. 

En Punta Banco salimos a la playa para hacer los últimos 7 km. Y la lluvia hizo acto de presencia, mientras el tiempo pasaba y la prisa por llegar a La Estrechura nos empujaba a caminar rápido.

Vivir viaiando como mochileros. Una experiencia de vida salvaje en Río Coco.
La playa para llegar a Río Coco desde Punta Banco.























La lluvia nos empapó en cuestión de segundos, la naturaleza salvaje del camino nos hacía no sentir el dolor de las piernas, ni la carga que llevábamos. Una selva que se echa sobre la arena negra de una playa virgen interminable, solitaria, nunca transitada, a excepción de los indígenas.

La Estrechura nos dejó pasar sin problemas, pero nos dimos cuenta del por qué del nombre. 500 m de paso de rocas grandes en la costa, amenazados por paredes verticales de mas de 100 m de altura con síntomas evidentes de recientes desprendimientos. Donde sólo es posible pasar a caballo o caminando. Donde  si te despistas un poco, un golpe de mar puede hacerte desaparecer del mapa.

La lluvia no cesaba. éramos guiñapos totalmente empapados, caminábamos aprisa, no hablábamos, ya sólo queríamos llegar. Mientras, la gallina en la caja, hacía un camino fácil.

Después de la estrechura, el mar captó nuestra atención. Un mar salvaje, de olas poderosas y brutales, sonidos de rotura, troncos enormes arrastrados por las corrientes, desprendimientos de montañas en la orilla, paredes verticales de selva impenetrable. Pura Vida Salvaje.

3 horas y 14 km después llegamos a Río Coco. Pero el agotamiento ya no nos dejaba disfrutar. Sólo llegar necesitábamos. "¿Luis por donde carajo se sube a Rancho Coco?". Un camino, que ni las cabras pasan por ahí, escondido en la vegetación y con una pendiente rompepiernas, cargados con 15 kg y con 14 km en las piernas. Un camino casi cubierto por una selva que no parecía amigable en ese primer contacto.

Exhaustos, empapados, las caras descolgadas y el frío en el cuerpo. Por fín.

Por esto y lo que vendrá es una experiencia de vida salvaje.

Vivir viaiando como mochileros. Una experiencia de vida salvaje en Río Coco.
Estado de Rancho Coco, con la selva detrás.


Primeras sensaciones en Río Coco. Un mar de estímulos de toda índole.


La noche casi nos atrapa y no podíamos permanecer en la parte de abajo. Las culebras terciopelo son muy abundantes, demasiado, y una picadura ahí, podría ser un gran problema o la muerte. Porque no se podía volver por la playa, la marea ya era alta. Volver por la montaña al pueblo mas cercano, supone 2 horas por plena selva y muchas serpientes. Luis estaba en su hábitat, pero en un lugar así, los que pretenden ser Indiana Jones, suelen acabar muertos.

Un colchón viejo, roto y muy incómodo, sobre una cama mas o menos igual. Una sábana, una mosquitera, una habitación en el primer piso, todo madera sin paredes ni puertas. Arañas enormes, termitas e insectos que nunca habíamos visto, decoraban paredes y techos. 

Luis nos dejó y se adentró en la selva para  ir a su casa, con la noche encima,  la carga al hombro, diluviando y su gallina en la caja, mientras la lluvia torrencial no paraba de caer.

Media hora para preparar todo, 3 velas, unos sandwiches y, destrozados, pudimos dormir, doloridos en ese maldito colchón.

Vivir viaiando como mochileros. Una experiencia de vida salvaje en Río Coco.
Una pequeña muestra del amanecer en Rancho Coco. Río Coco.

Cuando despertamos, la lluvia había desaparecido. Pudimos disfrutar de un espectáculo que nos hizo olvidar todo el sufrimiento del día anterior. Amanecer con el eco de las olas en la selva que nos rodeaba. El sonido increíble de la naturaleza despertando. La luz de una tonalidad de ensueño. La selva majestuosa sobre nosotros. Un recuerdo que nunca podremos olvidar.

Ver Rancho Coco durante el día fue un shock. Totalmente abandonado. Carcomidos los tejados, engullido por la humedad y los insectos. Pero aún así, ese esfuerzo merecía la pena, sin saber aún muy bien por qué.

Un vistazo y nos volvemos, que la marea nos puede dejar aislados y no tenemos mas comida. Pero una sorpresita mas nos esperaba. Nos había hablado Luis de otro camino para bajar a Río Coco, nos adentramos en la selva y el silencio nos envolvía, intentando asimilar todo lo que nos rodeaba. Lejos de todo en una selva virgen que nos enmudecía.

Y ver Río Coco amaciendo fue realmente algo mágico. Nos habló Pablito de la energía de Coco. La sentimos. Un lugar apartado del tiempo y de la influencia externa. Un lugar con un magnetismo y energías difícilmente explicables.

Vivir viaiando como mochileros. Una experiencia de vida salvaje en Río Coco.
Bajada alternativa de Rancho Coco a Río Coco en nuestra primera visita.

Pero la vida salvaje siempre te condiciona, y La Estrechura esperaba. Después de una mala noche y pocas horas de mal descanso, 7 km de vuelta por la playa, sin lluvia por fin. Pudimos disfrutar mas aún del paisaje y sentir eso  que esperábamos pero que nunca imaginamos que fuese tan de fuerte.

7 km mas de Punta Banco a Pavones. Literalmente rotos, llegamos después de 28 km en condiciones extremas en menos de 24 horas.

Pero mereció la pena absolutamente. Y sin dudarlo, le dijimos a Pablito, que nos íbamos a restaurar Rancho Coco. Solos, aislados, sin medios. Una experiencia de vida salvaje que estábamos seguros que valdría la pena invertir cualquier esfuerzo.

Vivir viaiando como mochileros. Una experiencia de vida salvaje en Río Coco.
Río Coco al amanecer en nuestra primera visita.

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